Hoy domingo, me vienen a la memoria las actividades dominicales de mi adolescencia en los años 50.
Despues de ir a la misa en el Colegio, en la Esquina de Jesuitas, con nuestro flux azul de uniforme iniciabamos las actividades dominicales.
Usualmente la mañana la ocupabamos con la oferta cultural de los domingos.
En el Teatro Nacional, bajo la produccion de la Direccion de Cultura Obrera del Ministerio del Trabajo, se presentaban interesantes programas culturales, que alternaban espectaculos folclóricos, musicales y teatrales semana a semana. Fue alli donde tuve ocasion de presenciar puestas en escena de obras del teatro clasico español, incluyendo algunos Pasos, y Autos Sacramentales. Recuerdo nombres como Pepe Pito, quien aparecia en los programas como Director del Teatro del Pueblo, y figuras como Aurora Mendoza, Berta Moncayo y Chico de la Peña. Por supuesto, totalmente gratis. Probablemente de esta experiencia fué de donde nació poco despues el Retablo de las Maravillas, creado por Rodriguez Cardenas, con su maravilloso escenario ambulante, y de donde salio la magia artística de Yolanda Moreno y Danzas Venezuela.
Para cuando tomaban receso las actividades del Teatro Nacional, teniamos como opcion los conciertos que presentaban en la Sala de Lecturas de la Biblioteca Nacional, y en la sede del Ministerio de Educacion, en la Esquina del Conde. Alli tuve ocasion de presenciar entre otros, a los Niños Cantores de Morelia y a Emil Friedman.
En epoca navideña, la Basilica de Santa Teresa era la sede de las presentaciones del Orfeon Lamas, dirigido por el Maestro Vicente Emilio Sojo en persona. Alli, domingo a domingo escuchabamos los villancicos tradicionales, o "aguinaldos a lo divino" como los solian llamar.
Las tardes las dedicabamos a una funcion de matinee en el cine (de vez en cuando, aparecian peliculas en 3D), o a recorrer sitios atractivos, como el Parque de El Calvario, o los jardines internos de los bloques de El Silencio, sin perdonar los helados suaves de la heladeria San Pablo, en la Plaza Miranda
Cuando fuimos creciendo, nuestro radio de accion se fue ampliando, y ya lograbamos la autorizacion para llegar hasta Coney Island, en Los Palos Grandes, o al Golfito, en Colinas de bello Monte.
Era una oferta relativamente limitada, pero no recuerdo haberme aburrido ninguno de esos domingos cincuentosos...